¿Puedes comer sólo una?

 

“Cualquier persona puede enojarse, eso es fácil. Pero enojarse con la persona correcta, en el grado correcto, en el momento correcto, por la razón correcta y de la manera correcta… ¡eso no es fácil!” -Aristóteles

Seguro que no.

Y es que para lograr lo anterior tendríamos que ser campeones indiscutibles del autoconocimiento y la autorregulación, dos piezas claves de la inteligencia emocional.

Hace un par de semanas hablamos del concepto de autoconocimiento y exploramos algunas herramientas para desarrollarlo. Hoy el espacio es para la competencia emocional de la autorregulación.

La autorregulación es la habilidad para modular exitosamente nuestras propias emociones, pensamientos y comportamientos en diferentes situaciones.

Se construye a partir del autoconocimiento, pues para regular y utilizar nuestras emociones, primero tenemos que estar conscientes de ellas y conocerlas. Sólo cuando estamos conscientes de su vaivén podemos canalizarlas en la dirección correcta.

La autorregulación incluye manejar el estrés efectivamente, controlar impulsos, la capacidad para motivarnos y calmarnos a nosotros mismos, establecer metas personales, académicas, laborales y trabajar para alcanzarlas.

Podemos hablar de dos tipos de autorregulación: emocional y de la conducta.

La autorregulación emocional está relacionada con la habilidad para controlar nuestras emociones, no ahogarnos en ellas, no salir corriendo detrás de ellas o desbordarnos por ellas.

¿Conoces a alguien que pierda el control cuando se enoja? ¿Alguien que grite a todo pulmón, se ponga rojo, se le salten las venas, no escuche, aviente cosas, salga corriendo, tire patadas, limpie el escritorio en un sólo movimiento, etc.? O ¿Conoces a alguien que rompa en llanto incontrolable sin aparente razón y no logre parar?

A lo mejor una amiga de tu prima…

Todos hemos estado en situaciones críticas de estrés. El repertorio es amplio -discusiones, malas noticas, accidentes, sustos, agotamiento, crisis económica-. Explotar o perder el control ante una situación de estrés NO es autorregulación.

¿Te has topado con alguien que va como demonio poseído al volante por la calle?, ¿Te ha pasado que alguien en un embotellamiento de tráfico se cuelga del claxon y con gestos grita furioso que te muevas como si la vía estuviera libre, tuvieras opción y sólo estuvieras ahí porque te gusta? Estos son ejemplos claros de falta de autorregulación emocional.

Las rabietas que hacen los niños pequeños también pueden ser producto de una falta de autorregulación. ¿Alguna vez te tocó que una de tus creaturas se tirara el piso pataleando y gritando sin control dejándote con cara de interrogación porque no lograbas conectar con su mirada o hacerte escuchar?

Saber auto administrarnos nos permite continuar funcionando en favor de nuestro bienestar.

Si logras mantenerte calmado cuando te sientes enojado, si sabes cómo relajarte después de un susto, si conservas la cordura mientras tu suegra te dice cómo educar a tus hijos, si sabes ajustar tu estado de ánimo entre eventos o situaciones, entonces estás practicando la autorregulación emocional.

La autorregulación conductual, por otro lado, tiene que ver con la habilidad para actuar en favor de nuestros intereses de largo plazo de manera consistente con lo que es verdaderamente importante para nosotros.

Es eso que nos permite tomar la decisión sana, aunque sintamos el fuerte deseo de hacer lo contrario. No quieres ir a trabajar, pero vas pues recuerdas tus metas; no quieres estudiar para el examen, la fiesta es un plan mucho más divertido, pero recuerdas que quieres graduarte, pasas del plan y te quedas estudiando física; te mueres de ganas de fumar, pero resistes la tentación.

¿Puedes comer sólo una galleta?, ¿Puedes tomar sólo una copa de vino?, ¿Puedes mantenerte en una rutina de ejercicio?, ¿Puedes trabajar mucho tiempo para conseguir un sueño? Si la respuesta es sí, entonces estás usando la autorregulación de la conducta.

En cambio, aventarte un maratón de Netflix para ver toda la serie de golpe en lugar de terminar uno de tus proyectos, comerte la bolsa entera de papas o ponerte hasta el tronco de borracho… no es autorregulación.

La capacidad para postergar la gratificación y no responder a un impulso está en la raíz del autocontrol, desde mantenerte a dieta hasta recibirte de la carrera de medicina. Saber auto administrarnos evita que seamos nuestro propio obstáculo.

La autorregulación va más allá de respirar profundo y mantener el control cuando nos invaden emociones intensas, va más allá de poner un tapón cuando estamos a punto de explotar. Implica poder regular nuestras emociones y canalizarlas en la dirección correcta; lograr hacer una pausa y generar un espacio entre estímulo y reacción.

 “Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En este espacio está nuestro poder para elegir una respuesta y de esta respuesta depende nuestro crecimiento y libertar” -Victor Frankl

Para mí, la frase anterior resume perfectamente bien el concepto de autorregulación.

Quizá habrás notado que manejar nuestras emociones es un trabajo de tiempo completo…

Cuando fortalecemos el músculo de la autorregulación mejoramos nuestra capacidad para hacer esa pausa de la que habla Frankl que nos permite dirigir nuestras emociones en favor de nuestro bienestar.

PD. Existen varias estrategias para desarrollar la habilidad de la autorregulación, pero esas las dejo para la próxima publicación.

Nicole Fuentes

Nicole Fuentes

Durante 22 años, transformar el conocimiento científico, la investigación y la teoría en herramientas prácticas y accionables para ayudar a las personas a tener un vida individual y profesional más feliz y con propósito, ha sido mi enfoque y zona de genialidad.

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