“La creatividad nace del conflicto de ideas” –Donatella Versace
El conflicto es importante para tener relaciones sanas, exitosas y de largo plazo.
¿Qué?
¿No se supone que las relaciones ideales son libres de conflictos, desacuerdos, desilusiones, están llenas de sonrisas y viven felices para siempre?
Resulta que no. La falta absoluta de conflictos en una relación puede ser una señal de alarma que significa una de dos cosas: o estamos metidos en una película de Hollywood –y nadie nos ha dicho que somos un personaje de cuento- o estamos cocinando a fuego lento resentimientos, distancias emocionales y, eventualmente, rupturas.
Siempre aprendo algo.
Esta vez de Tal Ben-Shahar en un video donde habla de las relaciones amorosas, que es parte del contenido del certificado en Psicología Positiva que estoy tomando.
Me pareció muy valiosa la información y creo que su alcance va más allá de las relaciones de pareja. Es transferible a cualquier relación entre personas, ya sea en la familia, con los amigos o en equipos de trabajo.
El conflicto es necesario para el éxito de una relación de largo plazo, también es inevitable. Los conflictos aparecen por fuerza natural; la vida nos pone de cara a situaciones donde es obligatorio tomar decisiones, resolver dilemas, discutir temas, retar puntos de vista o avenidas de acción. Y en estos escenarios, no sólo es esperado que aparezcan desacuerdos, enojos y frustraciones, sino que es normal.
Lo que no es normal es la ausencia de conflicto. Si nada sacude las aguas, entonces estamos barriendo lo que nos incomoda debajo del tapete, lo estamos ignorando, escondiendo o estamos pasando por encima de nuestra autenticidad.
Esto crea resentimiento, que es enemigo de la confianza y la intimidad. Una armonía artificial que drena y tarde o temprano lleva a las parejas a separarse físicamente o a quedarse juntas por las razones equivocadas: los hijos, las normas sociales, por conveniencia o porque no hay una mejor alternativa.
Los conflictos son importantes porque “inmunizan las relaciones”. Tal Ben-Shahar hace una analogía que me parece muy buena para entender esta idea. Si al nacer un bebé lo metemos en una burbuja estéril durante sus primeros años de vida y luego lo dejamos salir al mundo, lo más probable es que muera, pues no tuvo la oportunidad de desarrollar su sistema inmunológico recibiendo las vacunas de la vida. En las relaciones sucede lo mismo; si permitimos que crezcan en espacios estériles, cuando aparezca un conflicto grande no tendremos un sistema inmune listo, ni la fuerza interior para hacerle frente y habrá un rompimiento permanente.
Ahora… no todos los conflictos son iguales.
Hay conflictos positivos que promueven el crecimiento y están basados en la confianza.
Pat Lencioni, experto en gestión de equipos, explica que el conflicto puede ser bueno y productivo cuando refleja la búsqueda de la mejor solución posible, la intención de hacer lo correcto o el deseo de tomar decisiones atinadas. Para esto es fundamental la confianza, pues nos permite superar el miedo a diferir en opiniones, a retar ideas y a levantar la voz sin temor a herir sentimientos o susceptibilidades ajenas. Esta idea es transferible a todos los tipos de relaciones -parejas, familias, amigos, compañeros de trabajo-.
Ahora… tenemos que cuidar ciertos aspectos cuando estamos en situaciones de conflicto para evitar que éstos se vuelvan hostiles y destructores.
Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis es una metáfora del nuevo testamento que muestra el final de los días. Representan la conquista, la guerra, el hambre y la muerte, respectivamente. John Gottman, especialista en relaciones de pareja, utiliza esta metáfora para describir estilos de comunicación que pueden terminar con la unión de una pareja. Estos conceptos aplican a cualquier relación entre dos personas que se comunican.
¿Cuáles son los Cuatro Jinetes del Apocalipsis?
Crítica. Consiste en atacar la esencia de una persona o un aspecto de su personalidad en lugar de enfocarnos en un comportamiento específico o en una acción. Por ejemplo: “eres un egoísta, sólo hablas de ti” en lugar de “me siento excluida cuando no preguntas cómo estuvo mi día”. Con los hijos puede sonar parecido a esto… “eres malo por haber golpeado a tu hermano” en lugar de “golpear está mal”.
Desprecio. Viene de una actitud de superioridad y podemos hacer mucho daño. Faltamos al respeto, nos burlamos, usamos el sarcasmo, apodos, ridiculizamos, rolamos los ojos para arriba, hacemos chasquidos con la boca o miramos por encima del hombro. Empequeñecemos o hacemos sentir poca cosa a la otra persona: “no podrías ser más tonto ni aunque te emplearas a fondo”. Este jinete es el más peligroso de todos.
Defensiva o hacerse la víctima. Cuando recibimos un reclamo o una crítica y buscamos la manera de voltear el argumento, de encontrar escusas para que nuestra contraparte de un paso atrás. Volteamos la mesa o la tortilla, como dicen. Por ejemplo: nos dicen “no llamaste al doctor para hacer la cita” y respondemos “deberías hacerlo tú, ¿cómo se te ocurre pedirme que lo haga yo sabiendo lo ocupada que estoy?”. Funciona mucho mejor asumir nuestra responsabilidad en el conflicto.
Retirada emocional o levantar un muro. También lo conocemos como “ley del hielo”. Sucede cuando quien escucha se desconecta de la interacción dejando de responder, tapándose los oídos, mirando como si la persona no existiera, ocupándose, dejando de hablar horas o incluso días. En WhatsApp, después de un conflicto, equivale a que nos dejen en “visto”. Es más efectivo pedir un tiempo fuera para distraernos y restablecer nuestro equilibrio emocional antes de volver a la discusión.
No es posible ni deseable eliminar lo negativo. No se trata de ignorar lo que no funciona o hacer a un lado los problemas. Se trata de resaltar y acentuar lo bueno, lo que sí funciona. Hacer un esfuerzo deliberado por lograr que nuestras interacciones positivas superen a las negativas.
Con pequeños detalles podemos sostener interacciones positivas en el tiempo.
Darle un abrazo a nuestra pareja e hijos antes de despedirnos en las mañanas, enviar textos de cariño, mostrar afecto con sonrisas, cariños, miradas, escuchar activamente, hacer cosas diferentes para salir de la rutina.
Las discusiones y el conflicto pueden ser una vía para crecer y fortalecer nuestras relaciones más importantes. Recuerda que la total falta de conflicto entre dos personas puede ser una señal de alarma.